viernes, 15 de diciembre de 2017

La verdadera democracia no es solo votar, sino participar en las decisiones del gobierno




.Orlando Guevara Núñez
La democracia burguesa centra su  interés en el voto de los ciudadanos y glorifica ese derecho, el cual es, simplemente, en los Estados capitalistas, un medio para legalizar un poder que se ejercerá siempre de los ricos contra los pobres. Con la particularidad de que, por lo general, las clases desposeídas, con su voto, no tienen otra opción que escoger a un candidato contrario a sus intereses.
En esos casos, los electos, una vez que llegan al poder, se olvidan de sus promesas electorales, mientras que los grandes problemas de los pueblos, lejos de resolverse, se agudizan. Y así, de elección en elección, de un gobierno a otro, las aspiraciones de mejoras sociales siguen siendo eso: aspiraciones.
Después del voto, los electores pasan a ser meros espectadores, sin poder ninguno sobre  las decisiones del país y sin facultad para cambiar a quienes, luego de ser electos, no cumplen con el programa prometido.
La democracia socialista garantiza a los ciudadanos el derecho al voto. Pero les concede también el derecho a participar, a ser protagonistas de las decisiones principales de la nación. En Cuba, por ejemplo, las principales leyes del país son discutidas por los trabajadores y por el pueblo a través de sus  organizaciones políticas, de masas y sociales.
Y no es una discusión formal. Los documentos más trascendentes, como los relacionados con el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba relacionados con  la conceptualización del modelo económico y el plan de desarrollo hasta el 2030, fueron discutidos por millones de cubanos. Y miles de propuestas y sugerencias de inclusiones o modificaciones  fueron tomadas  en cuenta en el cuerpo final del texto.
Cada seis meses, los delgados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, nominados y electos por el voto directo y secreto de la población, rinden cuenta de sus gestiones en asambleas donde las masas hacen propuestas, analizan, critican y sugieren medidas para solucionar los problemas de la comunidad.
También el Delegado fija días de despachos con la población, en los cuales todos los ciudadanos tienen derecho – y lo ejercen- de hacer planteamientos.
En las reuniones semestrales, el Delegados están obligados a informar sobre el curso dado a cada planteamiento, su solución o explicación, partiendo del tratamiento de los organismos de la administración estatal u otra entidad que corresponda.
No existe actividad, ya sea económica, política, social e incluso de la defensa, que no cuente con la participación  activa de la población. Ahí reside la democracia verdadera, la que tenemos en Cuba, donde los electores tienen también el derecho de revocar a las personas electas que no cumplan con las responsabilidades a  ellas encomendadas por el voto popular.
El derecho a la vida, a la participación, a la decisión sobre el sistema de gobierno elegido, es en Cuba un derecho refrendado en la Constitución de la República, cumpliendo así el deseo martiano cuando expresó:" Yo  quiero que la ley primera de nuestra  República sea el culto de  los cubanos a la dignidad plena del hombre".

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