viernes, 4 de agosto de 2017

Los conocemos, Martí, los conocemos



.Orlando Guevara Núñez


Una vez escuché del destacado intelectual Carlos Alberto Libänio Christo, conocido como Frei Betto, que hoy se pueden tomar  palabras del Héroe Nacional cubano, José Martí, decirlas en una conferencia sin citar la fuente, y el auditorio puede creer, por la actualidad,  que son del conferencista.
Leyendo Nuestra América, de Martí, encontré unas palabras que ratifican la aseveración del brasileño amigo de la Revolución cubana y ferviente  martiano.
Fue en abril de 1884, en New York, en ocasión de un homenaje al prócer independentista José de San Martín,  celebrado en París.
Buenos y malos americanos tituló Martí  su escrito. Disfrútelo el lector.

“De un lado se están poniendo en América los que, sin fuerzas para cumplir con los deberes que les imponen, prefieren renegar de las glorias americanas, como si con esto se librasen del mote de menguados y egoístas; y de otro lado, los que, sin rencillas imbéciles por una parte, pero sin excesos lamentables de lo que demanda el espíritu de raza por la otra, se estrechan, ponen en alto la bandera nueva y van rehaciendo la cuja en que se yerguen, que aquellos otros muerden a escondidas, gateando al favor de su sombra.
De un lado los que cantan la forma de nuestras glorias, pero abjuran y maldicen de su esencia, y de otro los que tienen tamaño de fundadores de pueblos, y, por sobre el miedo de los timoratos y las preocupaciones de la gente vana, no quieren hacer de la América alfombra para naciones que les son inferiores en grandeza y espíritu, sino el pueblo original y victorioso anticipado por sus héroes, impuesto por su naturaleza y hoy sobradamente mantenido en estima por sus hijos; no por los que con el mismo plectro –porque esos usan plectro– endiosan a Bolívar y a sus tenientes, y al espíritu ¡oh vergüenza! contra el que aquellos hombres magnánimos combatieron; sino por aquellos otros americanos que cuidan más de cumplir dolorosamente su deber de hijos de América en tiempos difíciles, que de pavonear serventesios y liras humildes, en cambio de interesados aplausos, a los ojos de regocijadas tierras extranjeras. Los conocemos, los conocemos. Y los más sinceros son en política como esos raquíticos naturalistas de ojos cortos, que de puro mirar a los detalles pierden la capacidad de entender, a pesar de sus grietas y de sus cataclismos, la armonía de la Naturaleza; son siervos naturales, que no pueden levantar la frente de la tierra; son como flacas hembras que no saben resistir una caricia. Un título los compra. Con lisonjas y celebracioncillas se les tiene. Decimos que los conocemos”.
Hoy, en nuestra América, están presentes  personas como las caracterizadas por el Apóstol de la independencia cubana. Y a  más de 130 años de aquella descripción, podemos repetir con él: Los conocemos, Martí, los conocemos.

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