domingo, 2 de abril de 2017

Esta guerra contra Cuba fue también respaldada por la OEA




. Orlando Guevara Núñez

La organización, dirección, financiamiento y suministro de armas a 299 bandas contrarrevolucionarias con más de 4 300 mercenarios en territorio cubano, por parte del gobierno de los Estados Unidos y su Agencia Central de Inteligencia (CIA)  fue una guerra con la total complicidad de la Organización de Estados Americanos (OEA)  esgrimiendo los mismos falsos y traidores argumentos que hoy se utilizan contra el hermano pueblo de Venezuela.
En días recientes, el periódico Granma, Organo Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, publicó algunos datos que revelan  la esencia criminal de aquella guerra desarrollada entre los años 1960 y 1965, etapa en la que el pueblo uniformado cubano eliminó ese bandidismo a un alto costo de vidas y recursos.
En  618  se fija la cifra de combatientes revolucionarios  caídos en combate y otros muchos heridos, mientras que unos 635 alzados resultaron muertos. Pero estas bandas cometieron horrendos crímenes contra maestros, campesinos, mujeres e incluso niños en las zonas donde operaban. La CIA se había encargado de entrenar  a los alzados en la tortura, el crimen, los sabotajes a la economía, la quema de escuelas y cualquier otro acto vandálico en contra de la Revolución.
En ese contexto, del 22 al 29 de agosto de 1960, sesionó en San José de Costa Rica la VII Reunión de Consulta de los Cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA)  instrumentada por el gobierno de los Estados Unidos para condenar y aislar a Cuba, como parte de la preparación del escenario para la agresión – ya programada- que se produjo el 17 de abril de 1961, mediante la invasión mercenaria de Playa Girón, con el objetivo de destruir a la Revolución. El infame documento fue aprobado, con la excepción de los cancilleres de Venezuela y Perú, quienes, además de no firmar la declaración, renunciaron a sus cargos.
No se equivocó el Comandante en Jefe Fidel Castro cuando afirmó, refiriéndose a la reunión anticubana, que “se estaba afilando allí el puñal que en el corazón de la Patria cubana quiere clavar la mano criminal del imperialismo yanqui”.
A esa infame actuación, Cuba respondió con la Primera Declaración de La Habana, el 2 de septiembre de 1960, aprobada por un millón de cubanos reunidos en la capital del país, y en masivos actos en todo el territorio nacional. Cuba fue condenada por la OEA y los gobiernos reaccionarios y opresores, pero no por los pueblos de América Latina.
El 31 de enero de 1962, reunida en Punta del Este, Uruguay, la OEA expulsó a Cuba de su seno, al considerarla incompatible con el sistema interamericano. La orden recibida del gobierno  yanqui  había sido fielmente cumplida.
En esa ocasión, el soborno y el temor pudieron más que la dignidad de quienes se reunieron para condenar a Cuba. En América Latina, sólo México no rompió sus relaciones con nuestro país. Pero los lazos de amistad y solidaridad de los pueblos no pudieron romperse nunca. Y los aisladores terminaron aislados.
A  pocas horas del conciliábulo, el  4 de febrero de 1962, más de un millón de personas se reunieron en la capital cubana, y en nombre de todo nuestro pueblo, con Fidel al frente, proclamaron  un histórico documento. La Segunda Declaración de La Habana. Vale recordar algunos fragmentos del discurso del Comandante en Jefe cubano ese memorable día:
"En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí, por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos; los Estados Unidos representó  los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos, por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas. Cuba, por la soberanía; Estados Unidos, por la intervención. Cuba, por la nacionalización de las empresas extranjeras; Estados Unidos, por nuevas inversiones de capital foráneo. Cuba, por la cultura; Estados Unidos, por la ignorancia. Cuba, por la reforma agraria; Estados Unidos, por el latifundio. Cuba, por la industrialización de América; Estados Unidos, por el subdesarrollo. Cuba, por el trabajo creador; Estados Unidos, por el sabotaje y el terror contrarrevolucionario que practican sus agentes, la destrucción de cañaverales y fábricas, los bombardeos de sus aviones piratas contra el trabajo de un pueblo pacífico. Cuba, por los alfabetizadores asesinados; Estados Unidos, por los asesinos. Cuba, por el pan; Estados Unidos, por el hambre. Cuba, por la igualdad; Estados Unidos, por el privilegio y la discriminación. Cuba, por la verdad; Estados Unidos, por la mentira. Cuba, por la liberación; Estados Unidos, por la opresión. Cuba, por el porvenir luminoso de la humanidad; Estados Unidos, por el pasado sin esperanza. Cuba, por los héroes que cayeron en Girón para salvar la Patria del dominio extranjero; Estados Unidos, por los mercenarios y traidores que sirven al extranjero contra su Patria. Cuba, por la paz entre los pueblos; Estados Unidos, por la agresión y la guerra. Cuba, por el socialismo; Estados Unidos, por el capitalismo”.
Hoy, contra Venezuela, la OEA repite su misma historia contra Cuba. Pero el gobierno bolivariano y chavista, junto a  Maduro y su pueblo,  está repitiendo la viril postura del gobierno cubano, de su pueblo y de Fidel, contra la traición y el entreguismo de la OEA. Y  no hay dudas de que la OEA y el imperio no podrán nunca contra la voluntad, la dignidad, el decoro y la justa causa de los pueblos de Bolívar y Martí, de Chávez y de Fidel.

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